martes, 25 de noviembre de 2014

Las emociones a la hora de comer

Las emociones condicionan la manera en que nos relacionamos con la comida, y viceversa. Nuestra actitud antes o después de comer seguramente sea la forma más explícita de esta relación comida - estado de ánimo.
Cuando tenemos hambre, como el resto de los animales, tendemos a estar agitados, en alerta, e incluso irritables. En cambio, después de haber comido y estar saciados, el sistema nervioso genera una sensación de calma y el humor tiene más posibilidades de ser positivo.
Pero la psicología humana es compleja, y por ello aparecen sentimientos de tristeza, vergüenza o ansiedad si consumimos alimentos que no debíamos o sabemos que no son sanos.
El estrés también es capaz de cambiar comportamientos: estudios indican que la mayoría de las personas experimentan cambios en la conducta alimentaria ante una situación de estrés. Sin embargo, se pueden dar respuestas opuestas. Quienes restringen la ingesta de manera habitual suelen responder con más apetito y ganas de comer que quienes no la limitan de forma cotidiana.
Bien para regular la ingesta, bien para minimizar las consecuencias de la ansiedad y el estrés, es conveniente conocer técnicas para superar estas emociones sin recurrir a la comida. Algunas son:
  1. Practicar ejercicio físico, repara nuestras fuerzas y nos reaniman.
  2. Descansar y practicar técnicas de relajación.
  3. No abusar de la cafeína, el alcohol ni comidas excesivas.
  4. Organizar nuestro tiempo, estructurando unas actividades y expectativas.
  5. Intentar mantener expectativas realistas.
  6. Compartir las emociones, conversando con alguien y expresándonos totalmente.
  7. Prepararse y entrenarse para situaciones estresantes.

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